sábado, 7 de enero de 2012

No hay nadie afuera de mí que me quiera hacer daño



El siguiente relato fue escrito por Claudia Camacho, amiga y hermana en el estudio del libro Un Curso de Milagros. Los hechos narrados, ocurrieron el pasado año 2011, en una de las calles del norte en la ciudad de Bogotá, Colombia. 


"El 23 de diciembre iba caminando a las 10:30 de la noche por la av. 116 en Bogotá y me encontraba en total confusión pensando muchas cosas en mi mente; estaba muy alborotada y con muchas ganas de llorar. En la mitad de todo ese infierno pedí ayuda y me dije a mi misma una frase del Curso: “Que mi mente esté en paz y que mis pensamientos se aquieten”, pues lo único que quería era estar en paz.


Al subir por un puente, en la mitad del trayecto, me asaltaron dos hombres; me atracaron pidiéndome el morral que llevaba. Mi reacción instantánea fue decirle al chico que me amenazó: “Tú eres el santo hijo de Dios y yo sé que no quieres hacer esto”. Mi voz sonó con una paz y una seguridad que no venía de mí y sobre todo me sentía con tanta tranquilidad como si estuviera hablando contigo.


Este hombre quedo tan aturdido que lo único que salió de su boca fue decirme: “entonces deme su celular” y yo le dije: “ ayyyy no, pero si me lo regalaron esta mañana”; lo saqué y se lo mostré diciéndole: “además es un celular muy barato, no sea mala persona", y en ese momento él se sonrió. Yo sentí como que algo pasó y que todo cambió, y él me dijo: “pero sirve” y yo le respondí: “A mi también me sirve”. Durante el tiempo en que pasó todo, su acompañante quedó paralizado, y el que me hablaba, me dijo con una voz suplicante: “Entonces ¿qué hago?, no sé qué hacer, yo tengo familia y estoy sin trabajo” luego me preguntó: ¿Y es que usted viene de Jesús?. Mi respuesta instantánea fue: “Del Curso de Milagros” y continúe hablándole: “Mira las cosas no pasan por casualidad, yo tampoco tengo trabajo, pero lo último que haría sería esto, porque ya tengo suficientes culpas y sé que cada vez que robas te sientes mas culpable, además, este mundo está loco. Te recomiendo que todos los días le pidas a Dios que te muestre y dile: Dios mío yo no quiero hacer más esta “Jodida vaina”. Le dije que no importaba como le pidiera; con groserías o sin groserías: “pídelo con todo tu corazón y te juro que Él te mostrará que hacer, para que no tengas que hacer esto más”.


En ese momento pasó una señora y su reacción fue agarrase de su bolso y pasar bien rápido entre nosotros. Yo le dije al hombre: “Te das cuenta. Esa señora tiene miedo de que la atraquen; usted está asustado y yo también y este mundo está lleno de miedo”. Saqué los 2.000 pesos para el bus (un dólar) y le dije: “En este momento me acabo de dar cuenta para que eran estos 2.000 pesos; eran para ti”. Se los fui a dar y él se corrió para atrás y me dijo: “¿Pero me los da de corazón?” Y le dije: “SI, te los doy de corazón y nos abrazamos, a mí se me escurrieron las lágrimas y él me separó, me dio las gracias y salió corriendo.
Seguí caminando con lágrimas en mi rostro, pensaba en lo sucedido, y sólo daba gracias a Dios porque se me había mostrado la realidad y confirmé que NO HAY NADIE AFUERA DE MI QUE ME QUIERA HACER DAÑO".