lunes, 4 de abril de 2016

¿Perdonar o actuar?

En una de nuestras charlas de Un Curso de Milagros, encontré a Margarita, una mujer confrontada con una profunda ambivalencia en su corazón. Aunque ella reconocía que el perdón era vital para la recuperación de su vida, al mismo tiempo le era muy difícil desprenderse del resentimiento que le producía la injusticia de género y la infame segregación racial cometida en su país.

Margarita argumentaba que la gran transformación que tuvo lugar en EEUU con el Movimiento de Derechos Civiles, que puso fin a la segregación racial, se presentó por la intransigente manifestación de la gente que protestó sin desfallecer hasta generar el cambio. “Si nos hubiéramos quedado perdonando nada de esto habría ocurrido”. Remarcó ella un poco agitada.

Yo la observaba debatirse entre dos fuerzas mientras ella trataba de explicarme sus sentimientos. Por un lado, simpatizaba con el mensaje de perdón que ofrecía el Curso, pero por otro, hervía en ella una impetuosa necesidad reaccionaria. No podía reconciliar estas dos ideas. La intensidad de su discurso llegó a ser tan alta que tuve que subir un escalón para quedar a su altura y poder mirarla a sus ojos directamente en un intento de ayudarla a regresar al momento presente.

Una vez terminada su explicación le pedí entrar en un instante de silencio y escuchar:  Cuando no sabemos como actuar y reconocemos que no sabemos, le estamos abriendo la puerta a la verdadera solución. Si creemos que sí sabemos e insistimos en nuestra vieja percepción, será imposible ver un camino nuevo.

Al acallar nuestra mente nos disponemos a aceptar que hay otra manera de ver el mundo. Cuando nos rendimos y dejamos nuestra arrogancia a un lado, oímos clara y certera la respuesta que viene de la Sabiduría.
Esta respuesta  llegará con tanta fuerza que borrará toda duda y miedo. Sentiremos una fortaleza que no es nuestra pero que actuará a través nuestro. Tan grande como la fuerza que llevó a Rosa Parks a permanecer sentada en la silla del autobús asignada a personas blancas, pese a la ira de estas, y que fue fundamental en el movimiento de Derechos Civiles. Tan certera como la de las primeras mujeres que se atrevieron a pedir el derecho al voto y lo lograron hace casi cien años.

La misma fuerza y certeza con la que se levanta un día un hombre o una mujer y decide terminar con una relación disfuncional, o con un trabajo que los consume. Porque el perdón nos hace discernir entre lo que lo que nos aniquila y lo que nos vuelve a la vida. No es pasividad infinita, es una acción que proviene de la sabiduría. Es una acción en nuestra mente que nos permite ver que al soltar nuestros rencores y odios renacemos de nuevo.

No sé que tanto pudo haber escuchado Margarita, ya que se quedó observándome sin palabras. Pero este mensaje no era solo para ella, era para ti y para mí y para todos quienes dudan de cual es el siguiente paso. Cuando te estés debatiendo entre dos extremos. Hazte a un lado y permite ser guíado y actúa. El perdón es siempre la respuesta.

Permanece en silencio y escucha.